¿Sabías que la piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo?
¡Pues así es! En una persona adulta, la piel puede ocupar una superficie equivalente a dos metros cuadrados y pesar casi cinco kilos de peso.
La piel envuelve todo nuestro cuerpo y tiene dos funciones fundamentales que pueden parecer contradictorias pero que en realidad se complementan:
- Aislar nuestro organismo de agentes externos que pueden lesionarnos, como microorganismos, rayos solares o cuerpos extraños.
- Permitir el contacto con el exterior a través de uno de los sentidos que más desarrollados tenemos los humanos: el tacto.
Para ejercer su función protectora, es necesario que la piel esté íntegra, es decir, que no tenga ninguna discontinuidad, algo que se produce con cualquier tipo de heridas.
Cuando las células de la piel se “rompen” y se separan entre sí por la presencia de una herida de cualquier tipo, la piel pierde su función de barrera y es un foco de entrada de sustancias desde el exterior, condicionando el riesgo de infección. Este riesgo no va a ser igual para todas las personas: el tipo de herida en la piel, así como el estado inmunitario de la persona o las patologías asociadas que tenga van a determinar las probabilidades de infección.
¿Cómo podemos minimizar el riesgo de infección de la piel cuando se rompe la barrera cutánea?
A lo largo de nuestra vida, por muy cuidadosos que seamos, vamos a tener algún tipo de accidente que ocasione una herida y lesione la barrera cutánea. En ese momento va a ser muy importante cuidar esa herida curándola regularmente hasta que la piel se haya restablecido y pueda volver a ejercer su función protectora.
Para curar las heridas y protegernos de las infecciones cutáneas tenemos unos productos extraordinarios capaces de mantener los agentes patógenos a raya a pesar de que se den las condiciones idóneas para la infección. Son los antisépticos. Los antisépticos han demostrado capacidad para neutralizar a los gérmenes que habitualmente causan las infecciones de las heridas y su utilización supuso un antes y un después en las infecciones. Entre los antisépticos, la elección es la Cristalmina (Clorhexidina 1%) por su rapidez y duración de acción y su amplio espectro antimicrobiano. Aplicando Cristalmina de forma regular sobre la herida, vamos a conseguir evitar la infección de la piel y que la cicatrización se produzca de forma precoz y sin complicaciones.
SEGUIR LEYENDO