Cada vez es más habitual colocar piercings y tatuajes en la piel para evocar un recuerdo, una pasión, un lugar, una persona o simplemente, por amor al arte. En la actualidad, se trata de un hecho extendido entre generaciones de todas las edades, pero especialmente en la adolescencia cuando muchos jóvenes empiezan a “perforar” diferentes partes de su cuerpo. Aunque si vamos más allá, el adornar nuestra piel es algo que está más arraigado a nuestra cultura de lo que nos pensamos. Por ejemplo, colocar pendientes a las niñas desde el nacimiento.
En definitiva, existen diferentes motivaciones que llevan a las personas a querer colocarse piercings o pendientes. La psicología seguramente puede darnos explicaciones al fenómeno. Pero lo que está realmente claro es la importancia de cuidar un piercing para evitar molestias.
Sin embargo, desde el punto de vista de la salud, teniendo en cuenta que es una “agresión” a la piel y a los tejidos corporales, quizá lo más importante es el cuidado de la zona alrededor del pendiente o piercing, especialmente en los días siguientes a su colocación. ¡Qué la emoción no te haga olvidar que debes cuidarlo!
Si sigues los siguientes pasos, es más probable que la piel se adapte de forma más rápida y que así puedas evitar el desarrollo de infecciones que pueden ser muy desagradables.
- Los primeros días recuerda: “Se mira, pero no se toca”. Una vez colocado el piercing o pendiente evita tocarlo o manipularlo si no es necesario. Nuestras manos pueden estar llenas de gérmenes y ser las principales transmisoras de infección.
- Lavar con agua y jabón la zona 3 veces al día. Si se encuentran en el interior de la boca, deberían utilizarse enjuagues bucales (sin alcohol) cada vez que se ingiera o beba alguna sustancia diferente del agua.
- Mover el piercing (rotación, movimientos en diferentes sentidos) con el fin de que no quede adherido al tejido cicatricial.
- Aclarar con agua abundante y dejar secar al aire.
- Usar una solución antiséptica como Cristalmina Spray (digluconato de clorhexidina al 1%) una o dos veces al día para prevenir infecciones.
- Por último, retiraremos con un bastoncillo las pequeñas costras que se van formando.
El periodo de cicatrización puede ser largo, entorno a las 12 semanas. La rutina de higiene y antisepsia debe repetirse meticulosamente durante este tiempo para evitar la infección y facilitar la normal cicatrización. Dicen que lo bueno se hace esperar, así que si le prestas atención al cuidado del piercing, valdrá la pena lucirlo.
En caso de enrojecimiento importante, supuración o dolor marcado hay que acudir al médico y valorar si es necesario el tratamiento antibiótico (más/menos la retirada del piercing).
SEGUIR LEYENDO